La imagen que nos venden del mundo rural como un lugar de retiro, de turismo o de ocio es una que olvida que es ante todo un lugar de vida. Pero podría dejar de serlo. Según los datos oficiales, de los 1.3 millones de personas que vivían en Aragón en 2016 más de la mitad lo hacían en la ciudad de Zaragoza mientras que el resto del territorio se encontraba despoblado en comparación. Este desequilibro, que lleva acentuándose años, responde a una serie de problemáticas sociales, económicas y, en definitiva, políticas que amenazan con hacer desaparecer la vida en nuestros pueblos.

Si bien existen puntos de contacto entre el mundo rural y la ciudad donde se ofrecen servicios comparables a los de ésta y presentan cierta resistencia a la despoblación, la realidad que se vive en lugares más pequeños es otra. La falta de acceso a la educación o sanidad, de carreteras en buenas condiciones y la escasez de oportunidades laborales son algunas de las causas que empujan a los jóvenes de nuestros pueblos a emigrar año tras año.

Mientras tanto ser mujer y quedarse en un medio donde los trabajos mayoritarios, la ganadería y la agricultura, están fuertemente masculinizados significa por norma general asumir la carga del trabajo doméstico y responsabilizarse del cuidado de niños y personas mayores a falta de servicios a los que acudir. Todo esto de forma no remunerada. Ante esta imagen no es raro que cada vez sean más las que dejan el mundo rural para no repetir dichos esquemas de vida. Sin embargo, a pesar de sus marcadas consecuencias, la diferencia de precio que supone el solucionar estos problemas en pueblos respecto a mejoras análogas en la ciudad ha llevado a la administración a ignorar esta situación dejándonos con un panorama cada vez más desolador.

Desde Purna creemos que es necesario que nos organicemos para poner freno a esta situación y construir alternativas desde la participación y la pluralidad. Por ello lanzamos en marzo de 2016 nuestra campaña “Queremos vivir aquí”. Además de otras acciones dirigidas a la visibilización de las dificultades que enfrenta la juventud que habita el medio rural Aragonés, en ella tuvieron lugar una serie de charlas y debates en varios pueblos de nuestro territorio como Fraga, Binéfar, Somontano o Galve para evidenciar las causas y las consecuencias del exilio rural y poner en común ideas para solucionarlo.

Vivir en nuestros hogares siempre debería ser una opción y la juventud será el motor que lo haga posible.