Hoy, 1 de Mayo, es el día internacional de la clase obrera. Esta fecha tiene su origen en la Revuelta de Haymarket, que fue respondida con la ejecución de los Mártires de Chicago: un grupo de trabajadores anarquistas víctimas de persecución judicial por reivindicar la jornada laboral de 8 horas, siendo 5 de ellos condenados a muerte. Es, pues, una fecha con un alto valor simbólico, que muestra que la lucha de clases siempre ha estado marcada por la represión más encarnizada por parte de la burguesía y sus instituciones, y que todo aquel intento de lucha que cuestione y combata su dominio siempre va encontrar todo el peso del sistema en su contra.
En la actualidad vivimos un panorama de creciente incertidumbre y agudización de contradicciones a nivel global: en el mundo, la crisis ecológica avanza, se incrementan las tensiones imperialistas y la militarización, al tiempo que Israel y la OTAN llevan a cabo un genocidio colonialista en Palestina. En el Estado español, al retroceso del estado del bienestar se une el avance de la extrema derecha, del racismo que explota y discrimina al proletariado migrante, el recorte de derechos políticos y criminalización de la protesta -como en el caso de los 6 de Zaragoza-, la represión con tanquetas a los trabajadores del metal de Cádiz, o la infiltración policial en movimientos sociales. Debemos comprender que todos estos problemas de gran envergadura no se pueden solucionar mediante meras reformas dentro de los límites del Capital, y mucho menos desde el estrecho marco de «nuestro» Estado, sino que su superación exige la expansión del socialismo a lo largo del globo, como siempre ha defendido el marxismo revolucionario. No podemos conformarnos con una estrategia que se limite a la búsqueda de reformas parciales para hacer nuestras vidas soportables en el capitalismo, y menos todavía desde la posición imperialista del Estado, cómplice y beneficiario de la explotación y la violencia sobre el proletariado de la periferia. Practicar esa postura internacionalista consecuente pasa en primera instancia por denunciar y luchar contra el papel que ejerce el bloque imperialista en el que nos situamos, manifestado en la OTAN y la UE.
Desde esta perspectiva, queremos recuperar esta fecha para el movimiento obrero revolucionario frente al monopolio al que ha sido sometida por la burocracia sindical que, actuando como un elemento externo a nuestra clase en lugar de servir a nuestros intereses, intenta conciliarlos con los del Capital. Entendemos que la lucha por mejoras puntuales puede permitirnos condiciones mejores para organizarnos en la lucha por la emancipación, pero no consideramos que ninguna reforma parcial pueda sustituir al impulso revolucionario por la conquista del poder que haga posibles vidas libres de precariedad y de alienación.
Queremos denunciar también las posiciones reduccionistas e identitarias que en las últimas décadas han intentado apropiarse de esta fecha. Desde una visión intencionadamente monolítica y esencialista de lo que significa “ser obrero”, sectores reaccionarios pretenden acentuar la separación entre los distintos sectores de la clase y convertir la lucha obrera en un movimiento de autoafirmación identitaria. Como comunistas defendemos que la emancipación de las trabajadoras solo puede darse en una superación revolucionaria de nuestra opresión y de nuestra identidad como clase, a través de una práctica política que articule la respuesta a todas las formas de opresión que el Capital produce en una lucha capaz de acabar con la totalidad capitalista dejando florecer un mundo totalmente libre.
En este camino no pueden distraernos las vacías promesas de la socialdemocracia y de la política institucional que cada día vemos convertirse en papel mojado. Entendemos que la única vía que puede tomar una política que defienda los intereses de nuestra clase es la de la independencia política, plasmada en la construcción progresiva de una clase trabajadora revolucionaria. Esto supone la necesidad de la ruptura con el espontaneísmo, ruptura que solamente se puede dar con la existencia del Partido Comunista, aún por constituir.
Así, reivindicamos la necesidad de construcción del Partido, para la que nuestra organización sólo es una parte más en ese proceso. Lograr esto, partiendo de la situación de derrota histórica en la que nos encontramos, requiere entre otras cosas de dejar atrás dinámicas que hasta ahora han marcado al movimiento comunista, como el dogmatismo, el sectarismo y la autorreferencialidad, y abrirse al debate, a la crítica y al trabajo conjunto en la realización de los intereses de nuestra clase frente a los ataques del Capital.
Hoy, 1 de mayo, la emancipación de la clase obrera pasa por la construcción de un Partido Comunista capaz de luchar por la revolución, mediante el que la clase trabajadora internacional barra de la faz de la tierra la violencia sistémica del Capital y haga florecer un mundo nuevo. Porque la revolución no sólo es necesaria, sino que debemos hacerla posible, conquistemos la roja primavera.